by Profe Nelly Profe Nelly

La solidaridad es el apoyo a una causa en beneficio de otros.

En este mes, nos sentirnos agradecidos y valoramos todo lo que tenemos, tanto material como espiritual. Y cuando pensamos en lo afortunado que somos, también tomamos conciencia de las necesidades ajenas y crece en nosotros la voluntad de ayudar a los demás.

Podemos ser solidarios con nuestras familias, amigos, vecinos, e incluso con desconocidos, en situación de vulnerabilidad y de escasos recursos. Las personas manifiestan su solidaridad en momentos especiales donde ocurren accidentes, desastres, guerras, enfermedades, como ocurrió durante los meses más fuertes de la pandemia de Covid. Pero, el valor de la solidaridad se puede enseñar en el diario vivir, desde el ámbito familiar y escolar. Somos los adultos los encargados de facilitarle a los niños y jóvenes la comprensión de la importancia de ayudar a los necesitados, de respetar las diferencias y tener empatía hacia los problemas que enfrentan los demás.

¿Cómo podemos educar en el valor de la solidaridad?

Lo más acostumbrado es enseñar a nuestros hijos a compartir y a regalar, involucrándolos en actividades para donar juguetes, útiles, ropas y comidas a otros que tienen menos recursos y más necesidades que nosotros. Pero también, existen campañas organizadas por diversas organizaciones que tienen la finalidad de recaudar fondos para contribuir a luchar contra una enfermedad o para proteger a los animales o al medio ambiente. Otra buena opción en la que la familia o el colegio puede realizar un aporte significativo es apadrinando a un niño de bajos recursos, a una familia necesitada, a una escuela o a un barrio.

Cualquier momento de nuestras vidas puede ser importante para enseñarles a nuestros hijos a ayudar, auxiliar, proteger, defender y respaldar al que lo requiera, evitando el individualismo, el egoísmo y la indiferencia. Tengan en cuenta que las responsabilidades van aumentando en la medida en que nuestros hijos crecen y si los acompañamos para que aprendan a ir asumiéndolas poco a poco desde la niñez, podrán con facilidad llegar a convertirse en adultos conscientes de la importancia de contribuir a la seguridad de otras personas y sabrán jugar un papel decisivo en el bienestar de la sociedad. Para garantizar ese futuro, necesitamos hoy ser solidarios.