by Profe Nelly Profe Nelly

La importancia de la amabilidad y la gratitud.

La empatía es un valor estrechamente ligado al de la gratitud y ambos son muy importantes en el desarrollo de la Inteligencia Emocional del individuo, permitiéndole ser amable, estable y feliz.

Los padres y educadores estamos llamados a fomentar el triunfo de nuestros hijos y alumnos, encaminándolos hacia el logro de la felicidad y para ello, es importante proporcionarles una estabilidad emocional duradera a través del aprendizaje y la formación en valores.

La empatía es la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer, sentir y responder a las necesidades de los demás. Es un valor que nos permite identificarnos con el estado de ánimo y con los sentimientos del otro, por lo que es una importante vía para lograr una buena comunicación y manejar adecuadamente la ira en situaciones de contrariedad. Por otro lado, el agradecimiento es el que nos lleva a apreciar lo que los demás hacen por nosotros y a valorar los beneficios que recibimos día a día del entorno. La gratitud es la habilidad que incentiva nuestras emociones proporcionándonos bienestar y alegría.

¿Cómo podemos contribuir a que nuestros hijos sean empáticos y agradecidos?

En primer lugar, para desarrollar la empatía en un niño, éste debe sentir que lo escuchan y lo comprenden. No debemos olvidar que es importante saber detenernos y lograr una comprensión significativa con nuestros hijos. Una relación amorosa con ellos les desarrollará esa capacidad tan importante de poder cuidar a los demás. La amabilidad, las buenas acciones y la comprensión de sus sentimientos aumentan su bienestar, fortalecen los lazos familiares, enriquecen las amistades y al final los hacen sentirse seguros.

Los valores se desarrollan con la práctica, con el ejemplo y con una buena actitud. Procuremos estimular el aprendizaje sobre diversas culturas, provoquemos el análisis de diferentes puntos de vistas y de las variadas perspectivas de cualquier situación. Desafiemos los prejuicios que podamos tener nosotros mismos y esforcémonos en ser tolerantes para que nuestros hijos tengan un buen modelo a seguir.

Las familias podemos promover la compasión cuando les brindamos a nuestros hijos la oportunidad de poder practicarla, les permitimos comprender que hay acciones que provocan irritación pero que no justifican ni el mal trato ni la violencia. ¡Es una gran responsabilidad enseñarles a autorregular sus emociones!

Educar a los niños para la vida no es algo que se hace por casualidad, hay que trabajarlo; por ello son importantes las conexiones, la reflexión y el apoyo de los adultos.

Cuando los padres y los profesores unidos, educan con empatía, gratitud y amabilidad, los niños aprenden a ser así también: empáticos, agradecidos y amables.