Ser tolerante es admitir y aceptar la diversidad.
Tanto la tolerancia como la diversidad son valores muy importantes para la buena convivencia social del hombre.
Desde pequeño, un niño tiene su primer aprendizaje de actitudes tolerantes cuando se enfrenta a situaciones en las que tiene que compartir con sus hermanos juguetes, ropas o una habitación. Desde esas primeras edades, los padres tienen que enseñarles a sus hijos la necesidad del respeto mutuo, el comprender que cada persona es única y que para vivir en armonía es necesario aceptar las diferencias. Los padres lo hacen en el hogar porque es una manera de evitar los conflictos. Sin embargo, fuera del hogar esa actitud de aceptación también tiene que darse. El papel de los padres debe ser en todo momento, el de propiciar la necesidad de cooperar, de aceptar otros puntos de vista y mostrar que hay diferentes opiniones, gustos y costumbres, aprovechando los encuentros con otros niños en el parque, en un espacio de juegos o en el colegio.
Resulta importante reflexionar si realmente estamos educando a nuestros niños y jóvenes para vivir respetando a los demás, aceptando otras ideas, otras maneras de pensar y de vivir. Pues, aunque parezca algo fácil, no lo es. Es necesario realizar un gran esfuerzo para admitir que, aunque haya cosas que no nos gustan de los demás, debemos aceptarlas sin que esto signifique que renunciamos a nuestras propias doctrinas y convicciones. La tolerancia es respetar al otro, pero también es que se nos respete.
El papel de los padres y de los educadores es inculcarles a sus hijos y estudiantes que ninguna persona debe ser rechazada, que todos deben ser incluidos y aceptados sin emitir juicios negativos. ¡Eso es educar en la tolerancia!
Para lograr esto, lo primero que hay que hacer es enseñar con el ejemplo, mostrando respeto y aceptación a la diversidad ya sea de sexo, raza, religión, costumbre, cultura, opinión o edad. A veces, un simple comentario delante de los hijos envía un mensaje de intolerancia y rechazo que es captado por el menor y que después replica con sus amigos en el colegio, en su entorno. Un niño o adolescente será respetuoso con las diferencias cuando sus padres también lo son y promueven la aceptación de la diversidad.
Una buena estrategia educativa es buscar lecturas, videos o películas que aborden el tema de la tolerancia y el respeto. Al compartir juntos este tipo de entretenimiento, podremos aprovechar para explicarles que cada persona es única y valiosa.
Que cada momento sea bueno para educar en estos valores, porque precisamente la diversidad es la que enriquece a la humanidad y la tolerancia asegura una buena convivencia social