Necesitamos interactuar, conversar, reír y lamentarnos con otras personas más o menos de nuestra misma edad e intereses. ¡Somos un ser social!
Durante este tiempo de pandemia, ese vínculo de relaciones sociales se ha visto afectado y es por ello que los jóvenes se han reinventado y han recurrido a la virtualidad para adaptarse a la nueva circunstancia. Así, han hecho uso de diversos recursos y aplicaciones que han proliferado vertiginosamente dada la imperiosa necesidad de comunicación.
Esto para los padres ha representado un gran desafío, pues sin ser expertos digitales, hemos tenido que seguir con el rol de ser fiscalizadores, de poner límites y de estar alertas ante el peligro que representa tener amigos que nunca han sido vistos en persona.
Está claro que para nuestros hijos la palabra “amigo” ahora ha adquirido una nueva connotación. Ya no es esa persona de confianza, confidente y leal con quien compartimos valores como el amor, la incondicionalidad, la sinceridad y el respeto.
Hoy, es imperioso que aprendan a diferenciar lo que es un amigo virtual de lo que realmente es un verdadero amigo. Por eso, es primordial que conversemos con ellos sobre los pros y contras de las reuniones virtuales, del tipo de fotos y vídeos que pueden subir a las redes, de con quién comparten información y hasta dónde pueden confiar en personas que no saben realmente quienes son.
El mundo ha cambiado dando un salto para el cual no estábamos preparados y esto nos obliga a reajustar nuestro paradigma sobre las relaciones de nuestros hijos, teniendo que darles la bienvenida a esos nuevos amigos que nunca hemos visto sin dejar de lado nuestro papel de padres, de orientadores y guías.