Este podría ser el reclamo de muchos niños y jóvenes: No soy la nota que obtengo en un examen, ni siquiera soy la nota que mis maestros ponen en el boletín.
Aunque pareciera obvio esta demanda, la realidad es que cada vez más, los padres incitados por la presión social que existe alrededor de los estudios, la escuela y sus resultados, valoran más a sus hijos por sus calificaciones y por los resultados que obtienen en el colegio que por cualquier otro aspecto de sus vidas, incluyendo el esfuerzo que realizan por salir bien.
¿Cómo te fue en la evaluación de hoy? Esa no puede ser la primera pregunta que le hagamos a nuestro hijo cuando llegamos a casa. Nuestras conversaciones no pueden girar siempre en torno a las clases y a los resultados de los exámenes. ¿Que hay que interesarse por cómo va su rendimiento académico y conductual? ¡Claro que sí, hay que interesarse! Sin embargo, lo importante es que ellos sientan nuestra presencia, sientan que estamos dispuestos para ayudarles y para buscar estrategias que faciliten resolverles las dificultades, dejándoles claro que sacar 70, 80 o 100, no los define.
Entonces, ¿cómo debo actuar ese día que llega a mis manos el boletín de notas? Enfóquese primero en aquellas asignaturas en las que le fue mejor y felicítelo. Después interésese en las que no le fue tan bien y trate de entender qué pasa, cuál es el motivo de ese resultado. Imagínese que es usted al que le han asignado un trabajo que no sabe ni por dónde empezarlo. ¡Cuánto le gustaría tener un apoyo para poder iniciarlo! Así mismo está su hijo con algunas materias; necesita de su comprensión y apoyo.
No quiera darle exagerada importancia a una nota. Su hijo está en formación, ese resultado de hoy no lo describe. Cada problema que enfrente es una oportunidad para crecer y para aprender a resolver conflictos. Ayúdelo, acompáñelo y descubra sus potencialidades para que se las pueda exaltar y pueda sentirse valorado. Destáquele lo bueno que hay en él: su creatividad, su sensibilidad, su compañerismo, su cooperación, su disposición, su generosidad, su buen carácter, lo ordenado y cumplidor que es, lo cariñoso, en fin, enfatícele quién es e impúlselo a que sea cada día una mejor versión de sí mismo.
No lo haga sentirse “una nota”; él es mucho más. Usted está orgulloso de su hijo, entonces lo más importante, es que se lo haga saber.