El papel de la familia es insustituible en cuanto al desarrollo de valores y formación cultural en los hijos.
Solo la familia tiene la posibilidad de aprovechar cada momento del día para transmitir valores y conductas. Solo ella puede hablar sobre temas diversos en cualquier momento, aprovechar cada situación para transmitir una enseñanza: conversar sobre una enfermedad, cooperar en los quehaceres cotidianos, ayudar al necesitado, compartir con amigos, hablar en el carro, cantar juntos una canción, comentar una película o hablar sobre un personaje, leer un cuento en la cama… Son muchas las situaciones y momentos que la familia puede aprovechar y eso es lo que permite lograr “el desarrollo infantil sano con la familia”
Hay familias diversas y en cada una se transmiten valores positivos, aunque a veces no tan positivos. Educar en valores implica que los padres tienen que evitar el chisme, las groserías, el mal trato, los gritos, la desatención e indiferencia.
Los hijos copiarán cómo se tratan sus padres y cómo se relacionan con sus familiares, vecinos…y en el futuro ese mismo trato será el que imitarán, aprenderán y tendrán hacia los demás. Lo que siembre ahora será lo que se recogerá en el futuro.
La familia de hoy es activa, todos trabajan y tienen poco tiempo libre. Eso no es un problema, eso es una condición de la familia actual. Y ante esta condición hay que adecuar el proceso educativo y el vínculo familia-escuela para que la educación en valores no se perjudique.
El colegio no puede cambiar ni a las familias, ni la realidad de hoy, ni el entorno, pero sí puede cambiar, con sus acciones, la vida de sus alumnos enseñándoles a ser responsables, a cumplir las reglas, a acatar consecuencias, a valorarse positivamente, a respetar al otro. El colegio siempre estará para transmitir valores positivos y para ello necesita el apoyo de la casa. Es un trabajo mancomunado. Para el éxito de la labor educativa, las familias tienen que establecer un lazo de confianza con los profesores. La comunicación tiene que ser constante. El alumno tiene que saber que los padres y los profesores trabajan en conjunto y que no se les pueden manipular. Hay que comprometerse a esto, porque a la larga, ambos, familia y escuela trabajan para el bien del estudiante, del niño, del joven.
Para los estudiantes es importante que a los papás “les guste” el colegio y se acerquen a sus profesores, porque cuando esto ocurre, se nota en la conducta, en el rendimiento académico, en el desarrollo integral del estudiante y en su felicidad.