Sentirse respetado podría considerarse un derecho humano básico.
El respeto es un componente muy importante tanto de la identidad personal como de las relaciones interpersonales. Es un valor que le permite a la sociedad poder vivir en paz y mantener una sana convivencia entre todos. Respetar implica reconocer los derechos y obligaciones de uno mismo y de los demás. La falta de respeto es algo que puede traer consigo rupturas de relaciones e incluso violencia.
A nuestros hijos hay que educarlos en el respeto hacia los demás, hacia uno mismo y hacia la naturaleza.
Enseñemos a nuestros hijos a ser tolerantes, a no temerle a lo diferente, a ser comprensivos y solidarios. La mejor manera de educar en valores es ser ejemplo de actitudes respetuosas. Tengamos en cuenta que cuando se habla de respeto, estamos haciendo referencia a la capacidad de valorar y honrar a los demás, tanto sus palabras como sus acciones, aunque no aprobemos ni compartamos todo lo que haga. Respetar es aceptar a la otra persona sin pretender cambiarla, porque tenemos que aprender a comprender y a aceptar que existen diferencias individuales, aunque al mismo tiempo, como miembros de una sociedad, somos iguales y merecemos las mismas consideraciones.
Si el respeto por los demás es muy importante para la paz y la convivencia armoniosa, el respeto por uno mismo es la base para la autoestima y es fundamental para valorar a los demás. Mostremos a nuestros hijos la importancia de defender su dignidad y que no deben tolerar ni malos tratos, ni burlas, ni abusos. Hay que enseñarles a luchar por sus sueños, a confiar en sus potencialidades y a aceptar los errores.
Otro ángulo del respeto es lo que tiene que ver con nuestro medio ambiente. Cuidar nuestra naturaleza, el aire, el suelo, el agua, los animales, las plantas es un tipo de respeto que nos compromete con el bienestar de nuestro planeta. Con nuestras acciones le mostramos a nuestros hijos cómo hacer un buen uso de los recursos naturales. Así que juntos, cumplamos con no tirar basuras en ríos, bosques, campos; no arrancar plantas o maltratar a la naturaleza; no malgastar agua; no dañar a animales ni insectos; reciclar y utilizar medios de transporte respetuosos con el medio ambiente, entre muchas otras cosas que juntos podemos comenzar a practicar.
Recordemos que una sana convivencia solo se alcanza con la determinación de juntos alcanzarla.