Hay varios momentos en el año que evocamos al niño, a la niña, al adolescente, al amigo. Pero hoy, especialmente reconocemos al estudiante.
El día del estudiante cobra un significado muy importante en la sociedad, primero porque podemos detenernos y reconocer la triste realidad de que no todos los que deberían estar estudiando en el mundo lo pueden hacer por motivos diversos y segundo, porque reforzamos nuestro convencimiento de que, con la educación que adquieren hoy, estamos forjando los cimientos del porvenir.
En estos momentos de pandemia, nuestros estudiantes dejaron sus aulas, sus amigos, sus maestros, sus rutinas, para comenzar algo nuevo e imprevisto y así poder dar continuidad a su preparación para el futuro. Ese papel resiliente y decidido tenemos que aplaudirlo.
Ellos nos han dado una lección de optimismo y esperanza. Por ellos, es que cada día buscamos recursos y estrategias para seguir nutriéndolos de sabiduría. Viéndolos así, nos robustecemos para continuar nuestra labor.
Nuestros hijos, nuestros estudiantes, merecen nuestro reconocimiento porque, con especial dedicación, han sabido enfrentar los retos del momento, con la convicción de que pronto volverán a donde pertenecen: ¡a las aulas juntos todos!